Todas y todos, reflexiones sobre una moda artificiosa


Al fin la Real Academia Española se pronunció ante el nocivo uso de sustantivos de ambos géneros en nuestro hermoso idioma. Las niñas y los niños, los ciudadanos y las ciudadanas, etc.

La Academia lo califica de artificioso e innecesario, cuando, desde el punto de vista lingüístico, el uso genérico del masculino designa la generalidad sin necesidad de distinción de sexos.

Tanto esta incómoda construcción gramatical, como el empleo de sustantivos neutros, evitando mencionar sexos, han surgido a partir de un movimiento feminista que promueve equiparar a mujeres y hombres, cosa muy justa en muchos ámbitos de la vida y la sociedad, pero que nada tiene que ver con la lengua de Cervantes.

Siempre he creído que estas manifestaciones –al igual que las relacionadas con el racismo– terminan por obtener un resultado inverso al que persiguen, es decir, el antimachismo llega a convertirse en una discriminación para el mal llamado sexo débil y el antirracismo llega a ser racista, pues separa y discrimina en lugar de unir e igualar.

Además, veámoslo solamente desde el punto de vista lingüístico: es incómodo para escribir y hablar.

Un ejemplo que siempre me viene a la mente. Vean en lo que se convertiría el siguiente refrán: “El perro es el mejor amigo del hombre”, ahora con la variante sexista del lenguaje: “El perro y la perra son el mejor amigo y la mejor amiga del hombre y de la mujer”. Descabellado ¿verdad?

Por supuesto, la Real Academia Española no ha prohibido usar la ya no muy nueva moda del lenguaje con separación de sexos, solo lo ha criticado. Pero los profesionales de la palabra deben reflexionar para no caer en tan desagradable e innecesaria práctica.

 

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