No, no le pertenece, solo lleva su nombre
He vuelto a escuchar en un espacio informativo, en voz de un prestigioso locutor, la expresión “la necrópolis de Colón”. No, amigo, la necrópolis no es de Colón, es decir, no es propiedad del señor Colón.
En cualquier momento la preposición “de” presenta una queja,
porque de ella se abusa demasiado, haciéndola trabajar donde no le toca. Ya
tiene bastante –la pobre– con las 27 definiciones que le aparecen en el
diccionario de la Real Academia Española
(RAE), la primera de las cuales especifica que este monosílabo “denota posesión
o pertenencia”.
El otro error de la expresión radica en que se está minimizando
el nombre de la instalación dedicada al reposo eterno, al mencionar solamente
el apellido del intrépido genovés. Entonces, la forma correcta de denominar al
susodicho camposanto es “la necrópolis Cristóbal Colón” o “el cementerio
Cristóbal Colón”.
Por igual razón, la preposición “de” también está de más
cuando se habla (o se escribe) de algunos topónimos como los de las provincias,
municipios, etc. “la provincia de
Matanzas”, “el municipio de Centro
Habana”; así como los nombres de los accidentes geográficos. Es un vicio del
lenguaje que debemos erradicar.
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